Un día, platicando con El Zángano sobre Tarkovsky, caímos en cuenta de que la neta, somos dos güeyes totalmente Hollywood, que si bien apreciamos y solemos consumir regularmente cine de autor y nos la damos ocasionalmente de muy cultos, no negamos que gran parte de nuestra progresión cinéfila no comenzó con Fassbinder o Bergman, sino con churrasos como Ghostbusters y Robocop, caso del 90% de los que nacieron a finales de los 80. Ambos coincidimos también, que nuestro primer acercamiento al cine de autor fue Tarantino -situación bastante común teniendo en cuenta nuestras edades y la popularidad y situación de rockstarismo mediático del que goza el buen Quentin-. En ambos, el gran cambio fue Pulp Fiction, película que hasta la fecha ubico como mi favorita por numerosos motivos, posiblemente más viscerales que intelectuales. Sin embargo, considerar que las películas de Tarantino son “Cine de Arte” es una afirmación peligrosa y por demás equivoca desde mi punto de vista, ya que éste director, es en realidad un amante del culto y lo Joligüdense a más no poder; curtido con Blaxpotation, -equivalente región 1 a los tan poco valorados filmes de Los Almada-, y filmes Slashers, que por dios, no tiene un gramo de artísticos. A lo que voy es lo siguiente: Tarantino, Gondry, Fincher, Aronofsky, Richard Kelly, etc. Son piezas de culto, pero de arte jamás. Esa aseveración no es gratuita, cabe ver las filmografías completas de todos esos directores, y constatar que sí, son unos genios y maestros del arquetipo visual arty y videoclipera de tendencia, pero que al mismo tiempo, son totalmente mainstream, cosa que neta, no es algo malo, simplemente es ubicarlos en el nivel correspondiente, junto al bueno joligüd.

Y justo en donde las tangentes se cruzan, están otros tantos individuos, que no tiene esa popularidad a lo Burton, pero que han sabido moverse en el medio y han contado con la aprobación de las academias fílmicas, pero aún más importante, que han sido fieles a sus principios y han trabajado para ellos mismos, esos directores que triunfan en el Sundance, pero que sus películas duran una semana en cartelera, si no es que salen directo a video. Jarmusch es uno de ellos.

“Los Límites del Control” es su última entrega, un ejemplo perfecto de la comunión artística y la función y movilidad plástica del cine comercial. Tiene las reglas básicas de Goddard, mujeres sexys y armas (aunque ambas bajo estándares no convencionales), cuenta con actores conocidos (Bill Murray, Gael García Bernal, Tilda Swinton), música experimental (Sunn O)), Boris ), la premisa básica es la repetición y capacidad morfológica de un concepto, y el argumento es acerca de un asesino frio y calculador que en el camino a su misión es interceptado por numerosos personajes que aderezan la mitología y misticismo de la película, como el mismo Jarmusch dice: hay un número limitado de historias que contar, lo interesante es cómo contarlas.

De la historia no puedo contarles más, sería inútil, ahora saben todo lo que necesitan para animarse a rentarla, bajarla, robarla o comprarla, lo que no pueden hacer, es no verla, por que películas así no se hacen seguido. Piezas de arte, de culto, joligüdenses, obras cumbre, sólo se hacen una o dos veces en la vida. En la vida.

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