por El Sr. Jajaja Ramírez

Sin un itinerario real, tome camión a las 7:30 de la mañana desde Cholula al DF. Mí único destino era la Escuela Nacional de Arte Teatral (ENAT). Daban las 11 am y la línea 2 del metro me hacía recordar mis años mozos. De pronto una voz conocida anunciaba el arribo a la estación “General Anaya”, era hora de bajar. Al primer paso fuera del vagón decidí voltear la mirada al pasillo, una cara conocida, un sacón de onda general. Al darme cuenta de mi falta de compañía tomé esa cálida mano y seguí adelante con un plan transformado.

La ENAT nos recibió con gran entusiasmo, gente de todos lados caminaba por los pasillos de aquel monstruo. Las playeras rosas nos informaban los sucesos importantes del día y sin pensarlo tuvimos que correr hacia la primer muestra de nuestro interés. En el Teatro Raúl Flores Canelo se presentaba La Clownisea, una adaptación de la gran poesía de Homero, tratando de envolver a los infantes que reían intensamente al ver las “payasadas” y “tonteras” de tres actores que convirtieron poesía y metáfora en juego de palabras y acción. Pasamos al Mezzanine de la ENAT para encontrarnos con Rico y Capello, dos tipos muy al estilo “gangsta” mexicano con aires de Luís Miguel muerto de hambre; generaron risas con trucos de magia, golpes y humor simple que nos dieron a entender que Hoy ya no es ayer, nombre con el que titulaban su rutina que me hacía recordar los clásicos payasos y augustos estudiados en la universidad. Dos horas de intermedio para comer hasta la siguiente obra de nuestro horario improvisado.

Como las filas eran largas decidimos correr por algo para llevar, una hamburguesa y una baguette fueron el menú de la tarde. Luego de llenar la tripa, un “ticket to fly” para la próxima función. El Mtro. Fernando Martínez Monroy estrenaba Sola… un unipersonal de impro al estilo de los clásicos, la actriz Pilar Villanueva (becaria del FONCA 2010) hizo reír, llorar, pensar, imaginar al espectador de una forma que para mí semejaba la vanguardia dadaísta. El público escribía una frase y una palabra en una pequeña hoja morada la cual dejaban en el escenario del Foro Antonio López Mancera, la actriz tomaba estas para desarrollar su trabajo adornado con música selecta de percusiones en vivo. Pilar pasó por relatos en prosa, verso, una canción con estilo de vedette y una carta que conmovió a todo espectador y nos hizo recordar que “el teatro es lo mejor de la vida.”

Aún quedaba una obra por ver, La Máquina de Sueños presentaba Joychi un cuento Japonés basado en hechos reales ocurridos en 1185. Todo un juego de Teatro Contemporáneo que utilizando procesos multidisciplinarios mezclados hicieron brotar de mis ojos lágrimas de asombro al sentir tocadas las fibras más sensibles de mis ser. Pero el día mundial del Teatro aún no terminaba y mucho menos la fiesta que el DF me ofrecía. Durante la clausura se leyó a manos de los maestros de la ENAT el desplegado del día mundial, elaborado por la actriz inglesa Judi Den, para luego un pequeño brindis que cerraría los festejos del día con la música de Los Viernes Swing Band.

Una hora de relajo en la explanada de la ENAT y aún seguíamos en el DF, “joder creo que no regresaré”, pensaba. Los gritos de la banda exigiendo un After party me hicieron recordar lo joven y loco que estoy, y las pocas oportunidades que tengo en verdad para echar fiesta con la gente “defectuosa”. Al sentirme acompañado por aquella musa hallada en el metro, decidí seguir adelante con nuestra visita además de sentirnos motivados por el hecho de saber que NORTEC, o el ahora Tijuana Sound Machine, se encontraría en el Monumento a la Revolución dando un concierto gratuito para toda la banda chilanga. Sin mayores preámbulos salimos de la ENAT hacia el mini-super donde compraríamos provisiones para dañarnos la cabeza con los teatreros mexicanos zona centro. Un after lleno de loqueras, canciones a todo pulmón, bailes, trucos de magia, estrobos y luces de funciones pasadas, alcohol sobre todas las cosas, unos buenos tanques y mucho humo de tabaco emanado de bocas embriagadas. Mi reloj apuntaba las 4 de la mañana y un viejo amigo nos abrió las puertas de su casa para dormir unas horas y seguir con nuestra visita.

Música de reggae para abrir los ojos, un buen baño y estábamos listos para salir hacia el centro de la ciudad. El menú para el desayuno: gorditas de chicharrón muy al estilo DF y un tepache bien pinche frío para alivianar la cruda. Caminamos como turistas extraviados sin destino, sin camino establecido. Chachareando con los chairos del Zócalo decidimos parar en un hostal para tomar una jarra de cerveza entre caricias y recuerdos. El partido de Pumas pasaba por la caja idiota y a mi me dejaba de importar su mediocre desarrollo al sentirme embelesado por la hermosa cara que me acompañaba.

La tripa comenzaba a rugir, Salón Corona buena opción para comer. Al llegar al local de Bolivar nos encontramos con mesas sin lugar. Carajo ¿ahora adónde? Seguimos caminando buscando tacos o tortas cuando sin esperarlo nos encontramos con una nueva sucursal del dichoso Salón. Entramos sin mayor problema. Había una mesa esperando por nosotros, unas gringas y una chela de barril fueron suficiente para sentir la barriga satisfecha.

Nos movimos hacia el Monumento a la Revolución, saliendo del metro ya se veía venir la banda chilanga en busca del desmadre. A guardar cualquier dispositivo que pudiera provocar problemas con los puercos.

Bomba Estéreo tocaba como apertura a los norteños electrónicos, la vocal cantaba Revolución Psicodélica y nosotros nos tratábamos de acercar lo más posible a la pantalla pues las masas chilangas se amontonaron como si regalaran varo. Un invitado especial La maldita vecindad cantaba al unisonó con Bomba Estéreo y pedían a la banda que gritarán por fuego, fuego y más fuego. En la espera por el Colectivo Norteño nos pasaron algunos cortos de animación para calmar nuestras ansias de fiesta pero la pinche banda desesperada comenzaba a generar la rechifla para que los chicos de Tijuana salieran a hacernos bailar. El Colectivo no tardó mucho en salir y durante una hora baile con mi musa como si fuera la primera vez, unos buenos tanques generaron buena vibra en el ambiente pero llegaba la hora de partir hacia la tierra sagrada. Corrimos hacia TAPO para tomar un bus lo más temprano posible. Ahuevo los descuentos de estudiante no se hicieron esperar y con 50 varitos regresamos a la patria. Entre los llantos del regreso sólo me quedaba agradecer por un fin de semana en el que el teatro y la música me hicieron sentir una vez más enamorado de aquella musa; no pensé encontrarla en aquella estación, jamás lo imaginé pero la vida es sabia y siempre pone las cosas en su lugar. Su compañía, su buena vibra y sobre todo su amor fueron los motivos perfectos para escribir esto… 29 de marzo del 2010…

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